martes, 14 de mayo de 2013

Apadrinando a una nueva hornada de telecos de Vigo

Aunque tengo un buen puñado de cosas que contar de hace algunos años, quiero dedicar la primera entrada del blog a una experiencia muy reciente que a efectos curriculares no tendrá ningún valor, pero que sin embargo he recibido como el mejor refrendo a la actividad docente que comencé allá por febrero de 2004.

Como todos los años por estas fechas, la Escuela de Ingeniería de Telecomunicación de la Universidad de Vigo está a punto de liberar una nueva hornada de Ingenieros, y resulta que los alumnos de la promoción 2008/2013 han tenido a bien escogerme como padrino de la misma. El viernes 10 de mayo se celebró el acto de graduación, donde tendría que pronunciar unas palabras desde un atril situado al lado de auténticos monstruos de la docencia, la investigación y la gestión. Pensé que la mejor manera de manifestar mi agradecimiento a quienes me pusieron allí sería currarme un discurso llamativo, más allá de las estrecheces del guión clásico del "me llena de orgullo y satisfacción …". Tras un par de tardes de preparativos, me tiré a la piscina con el guión que me proporcionaba la siguiente prezi:


Desde arriba, pude ver que las "gracias" a la vista, el regusto friki, los guiños dirigidos a los alumnos y los alaridos del final (ya me tarda ver el vídeo para avergonzarme de por vida) funcionaban más o menos como había esperado. Y al final del acto no llegó a mis oídos ningún insulto (más bien al contrario), por lo que quedé definitivamente libre del miedo de haber hecho un ridículo espantoso. Alguien habrá que se haya callado o mordido la lengua, pero ojos que no ven… En la prensa del sábado apareció sólo lo esperable (en la foto aparezco en la última fila).

Por la noche pude disfrutar de la cena con los chavales y de unos pocos bailes trastablillados, como dicta el estereotipo 'telequil'. El duende de la barra libre terminó de poner la guinda a la noche, endulzando mis sobrias orejas con elogios impregnados en alcohol. Lo cierto es que estuve muy a gusto, e incluso me llevo un puñado de consejos sobre cómo actuar de cara al mundo y cómo afrontar mi recién adquirida condición de padre en una familia cada vez menos atípica. Está claro que allí no había jerarquías, como debe de ser. En la siguiente foto soy el primero por la izquierda.
Ahora sólo espero que en las notas que todavía tengo pendientes de publicar no se me vuelva a escapar un nuevo suspenso para alguno de los presentes en aquella cena. Y si sucede, ojalá sigan sin tenérmelo en cuenta. ¡Un abrazo a todos!

PD: en cuanto tenga el enlace, añadiré el vídeo del acto.

1 comentario:

  1. De aquella éramos más sosos, aunque posiblemente no se organizaban estas cosas porque no había más de dos personas que terminaran la carrera a la vez.

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